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-Sigue corriendo. No te detengas. Vas muy lento. Un cachorro de 10 anos escuchaba a su espalda,
órdenes, y más órdenes, que lo incitaban a continuar moviéndose, aun cuando su cuerpo ya no
soportaba más, las heridas en su piel eran profundas, haciendo que la sangre corriera y manchara el
suelo, dejando un rastro detrás de él. Porque si, no importaba su estado, si se sentía mal, si estaba
herido, si no había descansado, si era un simple cachorro. Estaba obligado a entrenar hasta que el sol
se desvaneciera y más allá.
Así había sido enseñado y entrenado desde que tenía memoria. Sin el amor de una familia, sin saber
que era ser abrazado, o cuidado después de las largas jornadas de entrenamiento donde ni siquiera le
daban la suficiente comida para saciar su hambre. Por lo que, Dixon solo había desarrollado sus
instintos, no sus sentimientos.
Así que cuando percibió la sensación de amozaba contra él y algo rozando contra su cuello, se giró
con fuerza, agarrando las dos manos que encontró en su camino y estrellando el cuerpo de su agresor
contra la pared. Un gruñido de advertencía salió de su garganta mostrando sus colmillos. Un gemido
femenino junto a un sollozo lo hizo disminuir levemente su fuerza y no ser lo realmente violento que
era.
Bajó la mirada para encontrarla con la húmeda y azulada de Clara que se encogia de miedo, mientras
las lágrimas corrían por sus mejillas.
-Lo siento, lo siento-dijo ella apretando sus labios en una fina línea comenzando a temblar No me
hagas daño.
Dixon entrecerró los ojos preguntándose si aquello que había sentido a su espalda había sido su
imaginación, o paranoilla de él de tanto tiempo estando alerta. Aunque, solo estaba con el su mate, y
ella no podría hacerle daño. Su mente intentaba procesar una respuesta que no llegó. -No te voy a
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hacer daño-le dijo él escondiendo los colmillos y relajando un poco la expresión en su rostro, dejando
una máscara fría.
Lentamente fue soltando las muñecas de la loba y los brazos de ella cayeron al lado de su pequeño
cuerpo, como si estos pesaran una tonelada. Clara se movió intentando alejarse de él hacia la esquina
donde estaba antes haciendo que el sonido de la cadena inundara el lugar. Dixon la había mandado a
encerrar con la intención de que ella no escapara. No se imaginó que el beta hubiera sido tan literal,
mas no quitaria el grillete, al menos no hasta que estuviera seguro que ella no saldría corriendo de allí.
Dixon relajó un poco su cuerpo y se sentó más cómodo sobre la cama. Podría comenzar a intentar
relacionarse con ella, aunque no se imaginó que su encuentro comenzara así. Ella estaba hecha una
pequeña bola de temblares y lágrimas en una esquina. Y no podía decir que no le molestaba el
sonido. Acostumbrado a no permitirse llorar, el solo acto lo indignada. Solo que por ella tuvo paciencia.
– ¿Puedes verme? – le preguntó él queriendo comprobar lo que había dicho el beta anteriormente.
Clara tragó un gemido y abrazándose un poco más sus piernas al pecho negó lentamente después de
unos largos segundos. Sus ojos estaban dispuestos al vacío.
¿Es así desde que eras cachorra?- él siguió queriendo saber más, al inenos ella le estaba
respondiendo
Clara no respondió al momento, asintiendo después. Dixon se apretó la barbilla, nunca había oido de
un caso como ese, los lobos no solian nacer con ese tipo de defecto. Penso en todas las preguntas
que quería hacerle a ella, pero terminó en lo que realmente le interesaba. Ya tendria tiempo más
adelante de saber su pasado.
-Sabes que somos mate- comenzó a decir notando que ella se ponía tensa- No te voy a rechazar.
-Antes… lo iba a hacer la voz de ella temblaba y sonaba muy baja.
Dixon inclinó la cabeza, su cabello aun húmedo acarició su hombro
-Sí, porque pensé que te habías revolcado con media manada. Tenías el olor de otro macho sobre ti-
declaró él sin reparo.
Clara negó con la cabeza, pero no dijo nada por lo que Dixon prosiguió. -El olor que tenías era el de mi
hermano. El también resulta que es tu mate- apretaba los dientes inconscientemente – Es un asunto
con el que estamos tratando. Clara lo escuchaba tratando de comprender. Al menos ya sabía algunos
detalles como que eran dos lobos, eran hermanos y los dos la estaban buscando.
-¿Dónde… está él?- se atrevió a preguntar. Dixon frunció el ceño.
-En dónde esté está vivo. Ahora que estás marcada por el olor de los dos, ninguno puede estar lejos-
no tocó el tema de terminar el enlace pues no le gustaba para nada la idea de compartir a su loba en
la misma cama con otro macho.
Ella hizo un leve movimiento de la cabeza.
-¿Por qué preguntas? ¿Lo prefieres a él?- Dixon no vacilo en preguntar de forma un poco brusca.
Clara se crispó e intentó pegarse más a la esquina.
-¿Me tienes miedo? – el alfa sabía la respuesta mas no se contuvo de hacerla.
No recibió respuesta, pero el silencio fue más que suficiente. La loba estaba sumamente tensa
alrededor de él, lloraba, pedía perdón. Tenía que reconocer que había sido brusco con ella desde un
inicio, sin embargo, ella era su mate. Y así respondería, porque la naturaleza no engañaba. Y dejó
salir un poco de sus feromonas en dirección a ella
Al momento, la respiración de Clara comenzó a hacerse más intensa y sus mejillas tomaron una
coloración rojiza. Apretó sus labios para no dejar salir un gemido, así como sus muslos ante la
sensación de cosquilleo en su vientre y su sexo. Su cuerpo se estaba calentando en respuesta a las
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era más fuerte que ella
Dixon aprovechó que ella parecio perder fuerza para inclinarse y agarrarla de la muñeca atrayéndola
hacia ella El cuerpo desnudo de la loba cayó sobre su regazo y él la acomodo a horcajadas contra el
-No, no- ella intentaba decir entre jadeos estremeciéndose ante cada toque de los dedos del alfa sobre
su piel. Eran como olas de electricidad que le ponían cada vello de punta y la hacían humedecerse
aún más.
-Shhhh- Dixon la mandó a callar poniendo la cadera de ella de forma que la erección que ese estaba
formando en su pantalón quedara contra el sexo desnudo de ella- Eres mi mate. No debes tenerme
miedo- sonaba molesto por ese hecho y eso solo la hacia temblar.
Pudo sentir los pezones ya duros rozar contra su pecho y era una sensación incluso nueva para él que
se sintió realmente placentera. El cuerpo de ella era tan diferente al de él, tan pequeño, suave, duro y
caliente en las zonas que necesitaba estarlo. La agarró de la nuca y atrajo el rostro de ella hacia el de
él. Clara no se notaba contenta por el hecho de estar en esta posición, tampoco lo rechazaba del todo.
-Ya te dije que no te haré daño. ¿Por qué sigues llorando?- Dixon intentó calmar su tono de voz
pensando que estaba hablando con su loba, no con otros machos, y una loba que estaba asustada de
él.
Clara negó con la cabeza enérgicamente y su cabello se pegó a su rostro. -Eso es… ahora-sollozó-
Después… después… volverán a… hacerme daño. Dixon cerró los ojos con paciencia. La verdad es
que no era su intención hacerle daño a ella, más no era algo que simplemente pudiera controlar. Era
un lobo violento por cómo había sido criado, tenía un instinto muy desarrollado para mantener el
control. No sería algo fácil y menos con su hermano dando vueltas. – No lo haré- dijo él acercando su
boca a la de ella- Ahora déjame probarte. Eres mi mate, nuestros cuerpos se están llamando. Y
aunque Clara quería creer en sus palabras algo dentro de ella no estaba muy convencida, solo que su
cabeza no pensaba bien en ese momento. Era su celo provocado lo que estaba al mando y algo más.